jueves, 22 de diciembre de 2016

De las tinieblas a la luz.



Fue volviendo de las tinieblas donde vislumbró una luz que le trajo la certeza de lo irremediable. Y aunque sintió una nausea que revolvió sus entrañas, respiró hondo dispuesta a plantarle cara a sus miedos más profundos. Llevó la mano a su frente sudorosa, y agudizó la mirada. Ante ella, el reflejo de su Ego, haciéndole una mueca burlona, le recordaba a gritos que nada es para siempre aunque todo sea Eterno. Le escupía en su propio rostro que la belleza superficial se desvanece y que esperar llenar el vacío existencial a base de elogios y reconocimientos ajenos, es como intentar mantener el fuego de una hoguera a base de hilos de paja. Chisporroteo efímero. Su Ego, eligió un lienzo en blanco para impregnar en él los colores más grises, tiznados de negro, haciéndola recordar tiempos de angustias pasadas, en los que depositó su felicidad en manos de otros, tiempos en los su estima dañada mendigaba cariño y consuelo.
La sensación no era nueva. Pero sí la luz con la que ella la contemplaba.
Decidió asumir que su Ego estaba aquí esta vez para ayudar. Para hacerla recordar que detrás de él y de su burlesca cara, estaba el Amor Infinito que la sostuvo otras veces. Ese que la permitió pintar cuadros con vivos e intensos colores, no para otros, sino para ella, disfrutando con el mero hecho de permitir que sus pinceles bailasen al compás  de sus emociones. Recordó la intensidad del júbilo que la hizo sonreír de manera auténtica cuando empezó a quererse a sí misma. Sintió arder sus mejillas al revivir momentos de éxtasis conseguidos al conectar  con su propia esencia mientras creaba.
Y la inmensa luz consiguió disipar sus dudas, irremediablemente... Entendió lo que su Ego había venido a explicarle con su baile de máscaras: Ella no estaba aquí para mostrarse ante nadie, aunque muchas veces se mostrara. Ni estaba aquí para cargar con legados ajenos impuestos. No tenía que pagar peajes para recibir a cambio lo que ella misma, respirando en calma, se daba.
Estaba aquí para vibrar y disfrutar en coherencia con su alma. Para crear desde el Amor, sin aferrarse a resultados, sin esperar nada. Estaba aquí para Ser y disfrutar Siendo.

Texto: Ana Isabel Núñez Palacín.
Foto: Cuadro Ana Isabel Núñez Palacín (1999)

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